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Memorias del Mar
Carnaval de Ideas
"" Las letras son lo unico eterno, la memoria no, esa se borra cuando el cuerpo desaparece....""
miércoles, 29 de agosto de 2012
Benito
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miércoles, 1 de agosto de 2012
Nada mas las puntas
Tenía 13 años el día en que me hicieron el corte de cabello mas horrible del mundo. Toda la vida había usado el corte standar de las puntas parejas y el partido en medio pero esa vez fue mi papá el que nos llevo a la estética: error. Fue el típico caso de "cortale nada mas las puntas" y la estilista lo convenció de que las capas eran cheveres (nótese el vintage style). La mujer se dispuso a hacer sus movimientos de experta y mientras hablaban del clima y de las elecciones vi como mi cabello iba cayendo en partes. Cuando vi el resultado final en el espejo supe que las cosas no iban a estar bien los siguientes 6 meses, mi cabellera oscura y brillosa quedo reducida a un extraño caso de trasquilamiento cruel y sádico, en manos de esa mala mujer de brazos grandes y mirada matona. Al dia siguiente me reduje a un rostro escondido entre la oscuridad del gorro de mi sweter, como nigga traficante. No tenía valor suficiente para quitármelo bajo ninguna circunstancia pero alguna maestra rigurosa me ordeno descubrirme la cabeza y mi vergüenza obligo a mi mirada a clavarse en la libreta durante todas las horas de clases. Desde entonces no he tenido el cabello tan bonito como antes y mi mirada de desprecio se posa sobre esa errante mujer cuando paso por la estética.
domingo, 1 de julio de 2012
El Café
Entraron al café, Ella se dirigió directamente hacia una mesa y El a la caja, cada quien por un lado distinto, rodeando una fila de sillones que dividía el acceso a la barra de servicio. Ella volteó a su derecha y no lo vio, volteó por segunda ocasión y ahí estaba El, riendo. Pidieron dos americanos cuando sonó el celular de El, ella pagaba la cuenta cuando el sacó su tarjeta, la cajera se quedó confundida con el efectivo en una mano y la tarjeta en la otra, Ella miro con complicidad a la dependienta y la chica devolvió la tarjeta a su dueño - complot - dijo El, - va a tardar unos minutos - dijo la cafetera y se fueron a sentar a la mesa del cristal a un lado de mi mesa.
- ¿que has leído? - preguntó El
- esto y esto - respondió Ella poniéndole sobre las manos un par de libros delgados
- "El laberinto de la Soledad" de Octavio paz y "El cumpleaños" de Carlos Fuentes - leyó El
- ¿cual es mejor? - pregunto el chico
- son muy diferentes, el del laberinto es un ensayo con tintes poéticos sobre la soledad del mexicano y el cumpleaños es una novela bizarra de una relación amorosa - respondió Ella
- Mar - llamaron desde la caja y Ellos se levantaron y fueron por los cafés. Estaban endulzando los vasos cuando Ella tiro la envoltura a la basura y El intento atraparla al pasar por su lado, Ella jugó a encestar otro envoltorio en el café de El y el chico lo atrapó con su mano. El encesto su envoltorio en el café de Ella y después lo sacó con un agitador. Fueron a sentarse a la mesa y mientras hablaban hicieron una quesadilla con queso philadelphia con las servilletas.
- apostemos algo y el que pierda le muerde - propuso la chica
- va, pero ¿que apostamos? - pregunto el chico cuando se abrió la puerta y entro una pareja
- ¡ José ! - dijo el chico y ambos se pusieron de pie, se saludaron los cuatro, hablaron unos minutos y la pareja fue hacia la caja
- si alguno pide americano tu le muerdes - propuso El
- vale y si piden alguno otro, tu - dijo Ella
- tu tienes mas probabilidades - dijo El y unos minutos mas tarde y tras despedirse de su amigo mordió un bocado de papel y lo masticó durante un buen rato.
- ¿por que tienes miedo? - le pregunto la chica
- no lo sé - dijó El mientras daban sorbos de café caliente.
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- esto y esto - respondió Ella poniéndole sobre las manos un par de libros delgados
- "El laberinto de la Soledad" de Octavio paz y "El cumpleaños" de Carlos Fuentes - leyó El
- ¿cual es mejor? - pregunto el chico
- son muy diferentes, el del laberinto es un ensayo con tintes poéticos sobre la soledad del mexicano y el cumpleaños es una novela bizarra de una relación amorosa - respondió Ella
- Mar - llamaron desde la caja y Ellos se levantaron y fueron por los cafés. Estaban endulzando los vasos cuando Ella tiro la envoltura a la basura y El intento atraparla al pasar por su lado, Ella jugó a encestar otro envoltorio en el café de El y el chico lo atrapó con su mano. El encesto su envoltorio en el café de Ella y después lo sacó con un agitador. Fueron a sentarse a la mesa y mientras hablaban hicieron una quesadilla con queso philadelphia con las servilletas.
- apostemos algo y el que pierda le muerde - propuso la chica
- va, pero ¿que apostamos? - pregunto el chico cuando se abrió la puerta y entro una pareja
- ¡ José ! - dijo el chico y ambos se pusieron de pie, se saludaron los cuatro, hablaron unos minutos y la pareja fue hacia la caja
- si alguno pide americano tu le muerdes - propuso El
- vale y si piden alguno otro, tu - dijo Ella
- tu tienes mas probabilidades - dijo El y unos minutos mas tarde y tras despedirse de su amigo mordió un bocado de papel y lo masticó durante un buen rato.
- ¿por que tienes miedo? - le pregunto la chica
- no lo sé - dijó El mientras daban sorbos de café caliente.
martes, 19 de junio de 2012
Salud por nuestro amor
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Morir no
duele tanto como creía, es como cuando la consciencia se va apagando poco a
poco y te sumerges en la oscuridad sin querer hacerlo, como cuando luchas con
tu cuerpo adormecido para mantenerlo despierto y terminar de ver una película,
sin querer hacerlo todo se va a apagando, los sonidos, los rostros, las luces,
el tacto de la mano que sostenía mi mano también se apagó lentamente. Cuando desperté
tardé un momento en reconocer el lugar donde me encontraba, supe por las luces
desvanecidas por la velocidad en la ventana que era un auto. Con las manos palpé
mi cuerpo inerte y frío como los objetos inanimados. En la madrugada llegamos a
la casa de donde había salido tambaleando unas horas antes. Entre 4 hombres
cargaron mi féretro y lo metieron a la casa que se encontraba ya esperándome con
velas y arreglos florales. Poco a poco fueron llegando mis familiares, unos
estaban ahí ya desde que llegamos. Muchos lloraban y se acercaban a verme a través
del cristal, otros tenían miedo de hacerlo. Es verdad cuando dicen que todos
los muertos parecemos dormidos, sin duda alguna así es.
jueves, 14 de junio de 2012
La pareja de la moto
Cuando tenía 19 años conocí a Lety en la universidad, ella tenía 30. Nos tirábamos en el pasto a fumar entre clase y clase. Era adicta a la heroína y se encontraba en un período de abstinencia que sobrellevaba comiendo pingas como si fueran chicles. Me contó que a veces se cortaba los brazos y las piernas con cuchillos, por eso siempre usaba mangas largas y pantalones. Una tarde aburrida me llamó al celular y no se que mórbida curiosidad me llevo a salir con ella. Nos citamos frente al teatro del pueblo y fuimos a platicar a la casa de su novio, me lo quería presentar, era cerca así que accedí. Caminamos unas cuantas cuadras y tocó en una puerta café, abrieron y nos introdujimos a una sala pequeña y junto a ella un corredor por el que avanzamos, llegamos a un cuarto en el que había una cama y dos sillas, un buró con varios objetos encima. Sobre la cama habitaba un anciano delgado y canoso que al sonreír nos dejaba ver la falta de algunas piezas dentales. Nos presentó, nos sentamos y el tipo empezó a preguntarme cosas, que cuantos años tenía, que qué me gustaba hacer, que Lety le había hablado mucho de mi, nos interrumpió una voz - ya llegó - y ella se levanto de su silla y salió del cuarto para volver con una caja de pastillas en las manos, la abrió y se echo una a la boca, me ofreció la caja - ¿como le ofreces eso Lety? - le preguntó su novio - ¡ay! es que fue por cortesía! - le contesto ella y los tres reímos. El hombre empezó a contar en una corriente rápida de palabras atropelladas, lo de su época de gloria cuando andaba sobre su moto negra, con la chamarra de cuero y la Lety bien aperingada de su espalda, los cabellos alborotados, las sonrisas bañadas por el sol sepia, el futuro impactado entre una motoclicleta que se salió del camino y unas rocas, los bolsillos llenos de metanfetaminas y las ordenes de arresto. Sobrevivieron a la colisión de sus vidas pero no a la de sus consecuencias durante un viaje de negocios ilegales en una noche de ojos desorbitados y consciencias alteradas. -El carro dio muchas vueltas - murmuro ella mientras se agarraba el pelo y se lo metía a la boca temblando, su rostro se transformo en una mueca compacta de dolor, la mandíbula desviada, los dientes apretados y entonces sacó un cuchillo y sin pensarlo empezó a clavárselo en los muslos, pude oler la sangre tibia que me cayó en el rostro -¡Jesus! ¡otra vez se esta cortando, ven! - escuche los gritos del novio y casi me estrellaba con Jesus en el pasillo cuando buscaba la salida de esa casa enferma, para no volver.
domingo, 3 de junio de 2012
Espectadores
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Secretos
Nunca le he contado esto a alguien y no se por que te lo cuento a ti.
La siguiente experiencia sucedió cuando tenía 17 años de edad y si no hubiese sido por la compañía de mi hermana que en ese entonces tenía 16, me hubiera obligado a repetirme a mi misma que todo fue un sueño. Todas mis experiencias las he tenido estando acompañada pero ire parte por parte para no confundirte.
Fue una noche común y corriente, nos encontrabamos mi hermana Garde y yo en la sal de la casa, esperando a su novio que nos llevaría unas sincronizadas a escondidas pues ya era noche y todos probablemente ya dormían. Dejamos la puerta emparejada, apagamos la luz y nos sentamos a platicar, hablabamos de novios y esas cosas cuando nuestra conversación fue interrumpida por un grito lamentoso de mujer, afuera de la casa, cerca de la entrada, mi hermana y yo nos vimos a los ojos sin decir nada.
El lamento era una carga infinita de dolor, semejante al que sobreviene al perder a un ser querido, algunos hillos de voz entrecortada le daban a ese sonido espeluznante un matíz propio de las tragedias, pronunciaba palabras ininteligibles, arrastraba las silabas sin dejar de gritar. El acto duro un par de minutos lentos y tensionados. Ni mi hermana ni yo podíamos movernos de nuestros sitios, "sea lo que sea se va a meter a la casa" era mi principal temor. -¡cierra la puerta!- ¡cierrala tu! - empezamos a discutir en susurros, nos acercamos a la escalera que conducía al cuarto de nuestros padres y empezamos a llamarlos -¡mamá, papá! - y no hubo respuesta. El grito se fue desvaneciendo como el acto de restarle volúmen a una canción, no termino de golpe. Gardenia y yo corrimos a cerrar la puerta y la ventana cuando llegó su novio, lo culpamos de asustarnos gritando de esa forma y lo negó de una manera espontánea y sincera, comenzo a hacernos preguntas, preocupado dijo que no vio a nadie en la calle. Nos dejo la cena y se fue. Volvimos a llamar a nuestros padres y les contamos lo que sucedió, papá ya estaba dormido y mamá leía, no escucho nuestras voces llamandola, ni el grito en la calle, solo escucho los ladridos de los perros. Recuerdo que parte de la conmoción que rodea esta anécdota y de mi decepción personal fue el hecho de mirar hacia el reloj de la pared cuando se producía el desgarrador lamento. 12 de la noche ¿cliché? El anima que logramos escuchar en su camino hacia el otro lado, fue muy puntual al pasar por mi casa. Sin duda.
La siguiente experiencia sucedió cuando tenía 17 años de edad y si no hubiese sido por la compañía de mi hermana que en ese entonces tenía 16, me hubiera obligado a repetirme a mi misma que todo fue un sueño. Todas mis experiencias las he tenido estando acompañada pero ire parte por parte para no confundirte.
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El lamento era una carga infinita de dolor, semejante al que sobreviene al perder a un ser querido, algunos hillos de voz entrecortada le daban a ese sonido espeluznante un matíz propio de las tragedias, pronunciaba palabras ininteligibles, arrastraba las silabas sin dejar de gritar. El acto duro un par de minutos lentos y tensionados. Ni mi hermana ni yo podíamos movernos de nuestros sitios, "sea lo que sea se va a meter a la casa" era mi principal temor. -¡cierra la puerta!- ¡cierrala tu! - empezamos a discutir en susurros, nos acercamos a la escalera que conducía al cuarto de nuestros padres y empezamos a llamarlos -¡mamá, papá! - y no hubo respuesta. El grito se fue desvaneciendo como el acto de restarle volúmen a una canción, no termino de golpe. Gardenia y yo corrimos a cerrar la puerta y la ventana cuando llegó su novio, lo culpamos de asustarnos gritando de esa forma y lo negó de una manera espontánea y sincera, comenzo a hacernos preguntas, preocupado dijo que no vio a nadie en la calle. Nos dejo la cena y se fue. Volvimos a llamar a nuestros padres y les contamos lo que sucedió, papá ya estaba dormido y mamá leía, no escucho nuestras voces llamandola, ni el grito en la calle, solo escucho los ladridos de los perros. Recuerdo que parte de la conmoción que rodea esta anécdota y de mi decepción personal fue el hecho de mirar hacia el reloj de la pared cuando se producía el desgarrador lamento. 12 de la noche ¿cliché? El anima que logramos escuchar en su camino hacia el otro lado, fue muy puntual al pasar por mi casa. Sin duda.
miércoles, 30 de mayo de 2012
Para mi solita
No recuerdo su nombre, solo su mirada. Fuimos los mejores amigos aunque hubo atracción desde el principio. Todo pintaba la mejor experiencia esa noche, y lo fue. Era su habitación, la iluminación era muy tensa así que nos deshicimos de ella. Reprodujo mi música favorita, hablamos de todo, reímos como locos, nos acercamos mas poco a poco. Todo se salio de control, los besos acelerados, las manos tocando, caricias por un lado y por otro, dedos recorriendo siluetas. Rompimos las leyes físicas, dos titanes colisionaron en una danza tan antigua como la humanidad misma. Le mentí, lo quería para mi solita. Y el pájaro con el viento que entraba por la ventana se fue volando. ¡vete! ¡yo no le temo al amor! me escuche diciendo y aprete mas fuerte las rodillas que inmovilizaban sus brazos. No supe cuando puse la almohada en su rostro ni cuando su cuerpo dio el último espasmo, solo recuerdo que le cerré los ojos y lo besé lentamente de arriba a abajo.
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