"" Las letras son lo unico eterno, la memoria no, esa se borra cuando el cuerpo desaparece....""
jueves, 14 de junio de 2012
La pareja de la moto
Cuando tenía 19 años conocí a Lety en la universidad, ella tenía 30. Nos tirábamos en el pasto a fumar entre clase y clase. Era adicta a la heroína y se encontraba en un período de abstinencia que sobrellevaba comiendo pingas como si fueran chicles. Me contó que a veces se cortaba los brazos y las piernas con cuchillos, por eso siempre usaba mangas largas y pantalones. Una tarde aburrida me llamó al celular y no se que mórbida curiosidad me llevo a salir con ella. Nos citamos frente al teatro del pueblo y fuimos a platicar a la casa de su novio, me lo quería presentar, era cerca así que accedí. Caminamos unas cuantas cuadras y tocó en una puerta café, abrieron y nos introdujimos a una sala pequeña y junto a ella un corredor por el que avanzamos, llegamos a un cuarto en el que había una cama y dos sillas, un buró con varios objetos encima. Sobre la cama habitaba un anciano delgado y canoso que al sonreír nos dejaba ver la falta de algunas piezas dentales. Nos presentó, nos sentamos y el tipo empezó a preguntarme cosas, que cuantos años tenía, que qué me gustaba hacer, que Lety le había hablado mucho de mi, nos interrumpió una voz - ya llegó - y ella se levanto de su silla y salió del cuarto para volver con una caja de pastillas en las manos, la abrió y se echo una a la boca, me ofreció la caja - ¿como le ofreces eso Lety? - le preguntó su novio - ¡ay! es que fue por cortesía! - le contesto ella y los tres reímos. El hombre empezó a contar en una corriente rápida de palabras atropelladas, lo de su época de gloria cuando andaba sobre su moto negra, con la chamarra de cuero y la Lety bien aperingada de su espalda, los cabellos alborotados, las sonrisas bañadas por el sol sepia, el futuro impactado entre una motoclicleta que se salió del camino y unas rocas, los bolsillos llenos de metanfetaminas y las ordenes de arresto. Sobrevivieron a la colisión de sus vidas pero no a la de sus consecuencias durante un viaje de negocios ilegales en una noche de ojos desorbitados y consciencias alteradas. -El carro dio muchas vueltas - murmuro ella mientras se agarraba el pelo y se lo metía a la boca temblando, su rostro se transformo en una mueca compacta de dolor, la mandíbula desviada, los dientes apretados y entonces sacó un cuchillo y sin pensarlo empezó a clavárselo en los muslos, pude oler la sangre tibia que me cayó en el rostro -¡Jesus! ¡otra vez se esta cortando, ven! - escuche los gritos del novio y casi me estrellaba con Jesus en el pasillo cuando buscaba la salida de esa casa enferma, para no volver.
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