"" Las letras son lo unico eterno, la memoria no, esa se borra cuando el cuerpo desaparece....""

domingo, 3 de junio de 2012

Espectadores

El siguiente relato es el mas impactante de las experiencias que he tenido, pues hasta esa noche no había tenido contacto visual alguno con un ser del mas allá. Sucedio cuando tenía 20 años, en una visita a la casa de una amiga. Estabamos tambien en la sala, mi amiga Fany, Narda y yo. Era de noche, la ventana que ofrecía la vista hacia la calle me quedaba enfrente, Narda a la derecha y Fanny a la izquierda, bebíamos café y estabamos sumergidas en la conversación, en ese momento yo hablaba, voltee para afuera y vi a una pareja, hombre y mujer en la banqueta, mirando hacia adentro. Lo primero que pensé fue que eran sus padres que nos hacían una visita sorpresa para evitar que fumaramos dentro, cosa que sucedia constantemente. Estaba a punto de decirle que sus papás llegarían en cualquier momento cuando me detuve a verlos bien y pude ver la textura del árbol que estaba detras de ellos, las palabras en mi boca comenzaron a espaciarse y hacerse mas lentas mientras trataba de procesar lo que estaba viendo. -esto no es real- pensé y traté de seguir el hilo de la conversación, pero la curiosidad fue mas grande y no tarde en volver la mirada hacia afuera, seguían ahí, la mujer era mas tenue que el hombre, el sí tenía los rasgos definidos como un dibujo a carbón, pero lo que debería rellenar la fisionomía de esos seres no era piel y huesos, era una especie de materia etérea, con un pequeño resplandor plateado al rededor de sus fisionomías. Parecían camaleones intentando perderse en el contexto. No tenían piernas, eran solo torso, cabeza y brazos. Estuvieron estáticos unos segundos hasta que el hombre movio su mano y se toco la barbilla, el miedo se empezo a apoderar de mi. El parecía enojado, tenía el ceño fruncido, la frente arqueada, la nariz muy puntiaguda y unas ojeras rodeando sus ojos como marcos. No pude continuar con la platica, les dije que estaba viendo a unas personas afuera y que tenía la imperiosa necesidad de salir de ahí, era ese el mensaje que me transmitían ¡vete! y yo lo hice sin pensarlo mucho, al pararme en el sitio donde estaban hacia unos instantes no me producía miedo, era la casa el motivo de mi espanto. A los días estabamos en casa de sus papás que es enseguida, ibamos de salida cuando mi atención se fijo en el retrato que estaba encima del piano, era la fotografía antigua de un señor, serio, de aspecto imponente, las cejas fruncidas, la nariz afilada, las ojeras naturales. Comprendí a quien había visto la noche anterior, era su abuelo que me daba el mensaje de no entrar mas en esa casa, quien sabe que había ocurrido ahí y no quiero averiguarlo.

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