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El siguiente relato es el mas impactante de las experiencias que he tenido, pues hasta esa noche no había tenido contacto visual alguno con un ser del mas allá. Sucedio cuando tenía 20 años, en una visita a la casa de una amiga. Estabamos tambien en la
sala, mi amiga Fany, Narda y yo. Era de noche, la ventana que ofrecía la vista hacia
la calle me quedaba enfrente, Narda a la derecha y Fanny a la izquierda,
bebíamos café y estabamos sumergidas en la conversación, en ese momento
yo hablaba, voltee para afuera y vi a una pareja, hombre y mujer en la
banqueta, mirando hacia adentro. Lo primero que pensé fue que eran sus
padres que nos hacían una visita sorpresa para evitar que fumaramos
dentro, cosa que sucedia constantemente. Estaba a punto de decirle que
sus papás llegarían en cualquier momento cuando me detuve a verlos bien y
pude ver la textura del árbol que estaba detras de ellos, las palabras
en mi boca comenzaron a espaciarse y hacerse mas lentas mientras trataba
de procesar lo que estaba viendo. -esto no es real- pensé y traté de
seguir el hilo de la conversación, pero la curiosidad fue mas grande y
no tarde en volver la mirada hacia afuera, seguían ahí, la mujer era mas
tenue que el hombre, el sí tenía los rasgos definidos como un dibujo a
carbón, pero lo que debería rellenar la fisionomía de esos seres no era
piel y huesos, era una especie de materia etérea, con un pequeño
resplandor plateado al rededor de sus fisionomías. Parecían camaleones
intentando perderse en el contexto. No tenían piernas, eran solo torso,
cabeza y brazos. Estuvieron estáticos unos segundos hasta que el hombre
movio su mano y se toco la barbilla, el miedo se empezo a apoderar de
mi. El parecía enojado, tenía el ceño fruncido, la frente arqueada, la
nariz muy puntiaguda y unas ojeras rodeando sus ojos como marcos. No
pude continuar con la platica, les dije que estaba viendo a unas
personas afuera y que tenía la imperiosa necesidad de salir de ahí, era
ese el mensaje que me transmitían ¡vete! y yo lo hice sin pensarlo
mucho, al pararme en el sitio donde estaban hacia unos instantes no me
producía miedo, era la casa el motivo de mi espanto. A los días
estabamos en casa de sus papás que es enseguida, ibamos de salida cuando
mi atención se fijo en el retrato que estaba encima del piano, era la
fotografía antigua de un señor, serio, de aspecto imponente, las cejas
fruncidas, la nariz afilada, las ojeras naturales. Comprendí a quien
había visto la noche anterior, era su abuelo que me daba el mensaje de
no entrar mas en esa casa, quien sabe que había ocurrido ahí y no quiero
averiguarlo.